La cumbre celebrada durante la semana en Madrid sirvió para fortalecer su alianza militar, como una reacción esperable ante los nuevos desafíos de seguridad que impone la invasión rusa a Ucrania, y el desafío que supone el crecimiento de la influencia global de China.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró esta semana una cumbre en la que fortaleció su alianza militar y redefinió sus estrategias ante la invasión rusa en Ucrania y el crecimiento de la influencia global de China, con miradas que analizan esto como una reacción esperable ante los nuevos desafíos de seguridad o, por el contrario, un intento de revivir la lógica de Guerra Fría.

Reunidos en Madrid durante tres días, los 30 líderes de la alianza prometieron más apoyo a Kiev, reforzaron militarmente el flanco este ante el temor de una nueva agresión rusa, invitaron formalmente a Finlandia y Suecia a sumarse, y señalaron a Rusia y China como las principales amenazas a sus intereses.

Esto supone un resurgir para la alianza que hace menos de tres años sufría una "muerte cerebral", según el diagnóstico que efectuó el presidente francés, Emmanuel Macron, en momentos en que el entonces mandatario estadounidense Donald Trump amenazaba con abandonar a sus socios y Turquía, segundo ejército más grande de la organización, lanzaba nuevas ofensivas en Siria.

Esas acciones sembraron dudas sobre si se podría seguir cumpliendo el artículo 5 de la organización, columna vertebral en su funcionamiento, que indica que un ataque contra un aliado es un ataque contra todos

Pero estas vacilaciones quedaron atrás en Madrid, donde la OTAN se mostró unida en su causa común de condenar la invasión rusa, en un sentimiento que se replicó días atrás en la cumbre del G7 en Alemania y la semana pasada en la reunión de líderes de la Unión Europea (UE) en Bruselas, que abrió las puertas al ingreso de Ucrania al bloque.

En ese marco, los líderes de la OTAN aprobaron un nuevo plan defensivo que permitirá desplegar 300.000 militares en cualquier punto de la organización transatlántica en un plazo máximo de 30 días, si fuera necesario para responder a una emergencia o crisis.

"Al final, a (el presidente ruso, Vladimir) Putin le resultará imposible someter a un país que no acepta su dominio", resumió el premier británico Boris Johnson en una conferencia de prensa tras la reunión del grupo en la capital española.

"Vamos a estar al lado de Ucrania, y toda la alianza va a estar al lado de Ucrania, el tiempo que haga falta para asegurarse de que no sea derrotada por Rusia", dijo por su parte el presidente estadounidense, Joe Biden, al finalizar la cumbre.

La alianza también se mostró más grande que nunca al avanzar con la incorporación de Suecia y Finlandia, países históricamente neutrales y, en el caso del segundo, con 1.300 kilómetros de frontera compartida con Rusia.

Guerra fría

Pero los detractores de la OTAN la acusan de reflotar esa misma lógica de Guerra Fría con la que nació en 1949, cuando 12 potencias occidentales la fundaron en Washington como una estrategia para evitar que se expanda la influencia de la Unión Soviética en Europa

"El Pacto de Varsovia ya no existe, la URSS tampoco, y la OTAN se expandió cinco veces hacia el Este", recalcó esta semana el canciller ruso, Serguei Lavrov, y advirtió que una nueva "cortina de hierro" estaba cayendo entre Occidente y Rusia.

"Ucrania y el bienestar del pueblo ucraniano no son el objetivo de Occidente ni de la OTAN, sino un medio para defender sus propios intereses", dijo en el mismo sentido el presidente ruso Vladimir Putin en una visita a Turkmenistán, donde consideró que los países que lideran la alianza "quieren (...) afirmar su hegemonía, sus ambiciones imperiales".

Desde una mirada muy lejana a la del Kremlin, el diario británico The Guardian también hizo un paralelismo temporal: “La agresión rusa empujó a Occidente a un gran cambio de política. Sin embargo, en cierto modo, también se trata de un retorno a un paisaje de seguridad que antes resultaba familiar. En efecto, la OTAN se embarca en una nueva misión de Guerra Fría”.

“Marca, potencialmente, el nacimiento de una nueva era de disuasión colectiva occidental del poder ruso. Las implicaciones para la política nacional e internacional no deben subestimarse. Pero el mundo -y la Europa- de la década de 2020 es muy diferente al de finales de la década de 1940”, añadió un editorial de ese medio.

El desafío chino

Durante el encuentro en Madrid, la alianza militar también puso el foco en China, a la que acusó de trabajar con Rusia en minar el orden internacional.

"Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores", sostiene el nuevo Concepto Estratégico, documento que debe guiar a la OTAN en los próximos años.

En su reacción, el gigante asiático también denunció que la alianza militar busca repetir "ideas de Guerra Fría".

"El llamado Concepto Estratégico, lleno de ideas de Guerra Fría y prejuicios ideológicos, ataca y desprestigia maliciosamente a China. Nos oponemos firmemente a él", indicó la misión de China en la UE en un comunicado.

“Treinta años después del final de la Guerra Fría, todavía no abandonó su pensamiento y su práctica de crear enemigos y participar en la confrontación de bloques”, señaló un portavoz de esa representación china en Bruselas citado por la agencia de noticias Xinhua.


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